La Felicidad danesa

El nuevo año ha traído nuevas noticias para todos y nuevas tendencias en cuestiones de felicidad. Desde hace unos días nos hemos parado de escuchar hablar del Hygge, y no hemos podido evitar la tentación de dedicarle un post a esta nueva técnica. Porque si es cuestión de felicidad, cualquier cosa es poca!

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Hyggee | Imagen Ikea | CoolMaison

El investigador de la felicidad Meik Wiking desvela en su libro las claves de este vocablo. Precisamente esta nueva palabra es la que ha que Dinamarca sea considerado como el país más feliz del mundo en 2016.

Aunque desde nuestra perspectiva podamos pensar que los daneses bajo ese clima, esas escasas horas de luz y esas bajas temperaturas es imposible que sean más felices que nosotros, lo cierto es que así está considerado y vamos a ver el por qué. La palabra Hygge va mucho más allá de todo eso.  La clave es muy sencilla, ellos simplemente tienen ‘hygge’, que se pronuncia ‘jugga’, y al igual que nuestra siesta, esta no tiene traducción al castellano. Así que ve incorporándola a tu lista de palabras nuevas porque la vas a escuchar, y usar, mucho mucho!

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La clave está en las pequeñas cosas – ‘Hygge’ | CoolMaison

A pesar de no tener traducción a nuestro idioma, la interpretación podría ser una mezcla emocional entre ‘cuqui, acogedor y cómodo’. Esta técnica o estilo de vida, o incluso más bien, actitud, resume más de dos siglos de culto al hedonismo escandinavo, las luces cálidas, los jerseys y calcetines calientes tras un día frío y mojado y cantidades de deliciosas recetas que se necesitan para entrar en calor mientras montan en bicis por sus parques. Para nosotros sería como esa tarde que ansiamos durante toda la semana de sofá, manta y película, y es acompañados, mejor qué mejor!

El estado de bienestar

Como resumen y esencia del origen de la palabra, está la felicidad, y ésta la encontramos en aprender a disfrutar de las pequeñas cosas. Convertir en diversión nuestras tareas cotidianas se convierte en arte y es que, como siempre decimos, el truco está en la actitud con la que te tomes las cosas y te enfrentes a ellas.

Además de actitud, el Hygge tiene mucho de componente cultural; esto no lo hace inviable a otros países, es más sus criterios son completamente universales: la calidez, el bienestar, el cuidado de uno mismo y del otro, la intimidad, volver a los tradicional, encontrarnos con nuestros valores, conocer nuestra historia, el estilo “slow life” del que hace muy poco os hablábamos. Esta larga lista, y podríamos seguir describiendo, se opone frente a la sociedad hipertecnificada y estresada en la que vivimos. En este punto ya estamos encaminados, pero aún nos queda mucho por recorrer. Para conseguir alcanzar este estado de bienestar y felicidad, hace faltar adoptar ciertos criterios sociales y sobre todo, valorar y confiar.

Dinamarca confía plenamente en su estado de bienestar, es capaz de pagar altos impuestos totalmente convencidos de sus beneficios y aportaciones al estado, su estado de bienestar, a valorar y conseguir la importancia de una verdadera conciliación, un sistema de educación que realmente enseñe, no solo contenido sino valores éticos y morales, porque la inteligencia no es sinónimo de educación.

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Cojines hechos a mano por Anna Champeney | CoolMaison

Aunque nos quede mucho por recorrer, entre todos podemos ir adaptándonos, dejar de luchar y competir y vayamos juntos hacia ese estado, hacia una convivencia armoniosa. Pero de momento, sin cansarnos antes de hacer todo lo que nos queda por conseguir, vamos a disfrutar del camino y a tener una actitud positiva. Para ello, os dejamos algunos trucos para que vayas incorporando el Hygge a tu estilo de vida, algo más que poner velas:

Busca el momento

El concepto consiste en dedicar un tiempo diario para hacer lo que nos hace sentir bien con la gente que queremos o con nosotros mismos. Encontrar el momento del día, que todos tenemos, para cuidarnos y relajarnos al margen de las obligaciones, con pequeñas cosas. Sabemos que esto trata del famoso: “si se quiere tiempo se saca”.

Abre tu casa

El hygge se puede producir en cualquier sitio. Una barbacoa al aire libre en verano, un paseo por un parque, un aperitivo, una cena en un restaurante pueden ser hyggelig. Disfrutar del aire libre regenera nuestras células. Olvídate del frío, allí hace más y lo hacen, y mira qué bien les sienta!

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Colección Ranita by Vajillas de Ultramar | CoolMaison

Crea el ambiente

Nuestro hogar, nuestro espacio, tiene que ser acogedor, nuestro lugar, en ese que nos sintamos protegidos y cómodos. Cuidemos la iluminación, cálida, un ambiente tranquilo y relajado. Materiales nobles, propios de la naturaleza, flores frescas, una mesa bien puesta aunque solo te la dediques para ti, son aspectos que nos van a ayudar a valorar nuestra vida y a disfrutar de ella. Son esas pequeñas cosas que hacen que nos sintamos cómodos.

Colección Pandeira by Idoia Cuesta | CoolMaison

Piensa en el menú

En otoño e invierno los daneses no conciben una velada sin una bebida caliente. Cocinar en compañía es también muy común. Pueden reunirse con familia o amigos y hacerse unas albóndigas con un receta tradicional u hornear un pastel.

Ponte cómodo

Aunque el hygge tiene más que ver con disfrutar que con los actos y las cosas en concreto, hay elementos que ayudan. Las velas, que dan calor y luz cuando en Escandinavia domina la oscuridad y el frío. La ropa cómoda, quedarse en la cama el domingo bajo el edredón más rato de lo habitual, con un buen libro y un café. O acurrucarse en un sofá bajo una manta con una taza de té o chocolate caliente para ver una película. Esas cosas que no se hacen, ¿y por qué no nos damos el lujo?

Sé consciente del deleite

Una comida y una larga sobremesa a la española con amigos podría muy bien ser hygge. La diferencia está en que los daneses  son capaces de identificar y nombrar ese momento de bienestar. Saben que está sucediendo y lo están disfrutando, algo así como un mindfulness permanente al estilo nórdico. “Encaja muy bien con el slowliving, es algo casi budista”, “es vivir en el momento, disfrutar del ahora”, dicen sus autores.

En definitiva, tener buena actitud, mantener una conversación fluida con nuestro yo interior, y valorar lo que tengamos, sea poco o mucho, son factores muy básicos pero que todos solemos pasarlos por alto. Y es que el lujo no se compra, se valora.

 

 

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